miércoles, 14 de julio de 2010

El amor de un padre a un hijo no se puede comparar

Señales de que soy padre despierta brevemente de su letargo para hacer una necesaria toma de posición.
En días en que la sociedad discute, como si fuera necesario, si todos sus miembros deben tener los mismos derechos o no, nadie debería quedarse callado.


Me opongo especialmente a la opresión y el odio que los extremistas religiosos*1 intentan imponer sobre la sociedad amparados en la impunidad de ser "la religión oficial"
Estos extremistas, como si estuvieramos en la edad media, arrastran a sus fieles a horrendas manifestaciones llenas de odio mediante la mentira y la desinformación. Y tienen el jutspe de llamar a eso "defender a la familia"... ¡cuando lo único que piden es que NO se les den los mismos derechos a algunas familias!

No se dejen engañar. No entren en el juego del miedo y del odio al que es diferente.
Si realmente les interesa la familia y los niños, luchen porque todos ellos puedan acceder a los mismos derechos.
Que no haya familias de segunda ni chicos de segunda, sean familias "tipo" con papá y mamá, con mamá sola, dos mamás, papá solo, dos papas, cuatro tíos o seis hermanas.
Que se de el mismo lugar al amor entre los seres humanos*2, del sexo que sean, del color que sean y de la religión que sean (o no sean, porque los agnósticos y ateos no tienen por qué basar su moral en las interpretaciones ajenas sobre los mandamientos de un Dios en quien no creen)

*1: en Argentina, esos extremistas religiosos están representados por la jerarquía de la Iglesia Católica, de Bergoglio para abajo. Por si a alguien le quedan dudas, en Israel opinaría lo mismo de los líderes ultraortodoxos, y en Irán de los Ayatolas.
*2: el otro argumento estúpido que se escucha más de una vez es que si dos hombres se pueden casar, después va a venir alguno queriéndose casar con un perro; una reductio ad ridiculum que no resiste el menor análisis: a nadie le interesa la legalización de la zoofilia.